miércoles, 18 de diciembre de 2013

Eco proveniente de la luz del amanecer,
sonido sórdido, lívido, como de una cinta que se repite una y otra vez sobre el centro de los códigos que desgarran "huye, corre, sigue huyendo, sigue corriendo ... "

Tras dislumbrar (luchando contra las espuelas del yo que dejé) la única razón, salgo de mi coraza de algodón, intentando no tocar demasiado la piedra descalza con mis pies descalzos.
Casi deambulando sin sentidos hacia el exterior aprecio personas (o algo que se les parece) eso casi me hace vomitar y encerrarme, tan gélidos y superficiales que parecen cortinas superpuestas de máscaras que se cubren de cortinas.

Nadie conoce a nadie. Fingen matices. Creemos creer matices.

Tan lento como sus miradas seguían vacías yo continuaba andando, como movido por inercia, como sintiendo que estoy contra mi voluntad camino a las fauces que hacen rechinar sus dientes y donde maniquís sin expresión en su agonía llaman a los demás a ir hacia ellos.
Les imponen ir "No somos nadie si no vamos" dicen, aunque todos ellos seguirán sin ser nadie realmente.

Aún sabiendo todo esto, sigo andando, como decía por inercia, como si la realidad estuviese detrás de mí apuntándome con una bala ansiando salir sobre mi cráneo. Sonríe, al igual que todos los que portan esas idiotas curvaturas ahogadas de sinceridad.
Cuando la gente sonríe siento que se les plastifican las mentiras en el rostro, que las miradas se les pudren a medida que se les pierden los ojos y se agrandan las tajadas de odio, de las mejillas a las sienes.
Casi irreconocible entro obligado, escuchando los parpadeos de la ansiedad y temiendo que mi sombra no responda a la forma de mis actos, cerniéndose como si de millones de agujas se tratase, hasta herirme, hasta peor que matarme, matar solo una parte de mí.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Hablando de libertad con presos de ideales, presos de vidas, reos al fin y al cabo que quieren definir el apogeo de lo que nunca han tenido.

Llamadme hipócrita porque puede que yo sea un exclavo también. Exclavo del pasado, exclavo de imágenes, exclavo de querer lo que nunca he tenido.

Pero hay una diferencia vital. Al menos creo que es real.
Como un soñador de lo perdido recuerda la época de lo que una vez fue, yo tengo la personificación de lo que nunca tuve, y tan personificada que es capaz de hablarme, autoanalizarme y convencerme.

Lejos de cualquier forma, surgió por querer vencer mis miedos, y quiero matarlo a puñanalas empapándome de su sangre como si me bañase en un mar de satisfación incumplida.


Quiero matarlo, y acabo por matarme. Lo peor es que me sienta bien.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Los hilos sangran.
No creo en las cenizas, porque siempre vuelve a arder.
Las alas arrancadas, descosidas, ni siquiera lo son, confundiendo alas con cruces. Aún así quiero verte volar.

La vida muere 
No creo en las ruinas porque siempre están habitadas.
Los cimientos rotos, polvo, ni siquiera lo son, confundiendo cimientos con ideales.
Aún así quiero verte vivir.


           "No puedo ahogar mis demonios,
               ya saben nadar"

martes, 16 de julio de 2013

En el sueño de una pesadilla.

A través de la lluvia de mis ojos, de los suyos.
Miradas son luz entre cristales de sombras muertas.

Los esquemas que conforman mis ideas viven en un desierto,
cuando de día quema y de noche tiritan las sílabas sonoras de las notas de un piano.
Escupiéndole al mundo porque el esculpió las formas.
Escupiéndome a mí mismo porque yo no esculpí mis formas.

Lejos de todo y de todos, los esquemas se perforan a partir de las voces del viento.
Peor que estar solo, es hablar con la soledad, que, aunque el tiempo la mata, vuelve a nacer porque
no puedes matar algo que nunca tuvo vida.

"Cuanto más te acerques a la luz mayor será tu sombra" y cuanto más mezclas los colores más fríos quedan.

Caemos y caemos porque nunca supimos estar en pie y si lo estuvimos nos tiraron a golpes.
Quisimos agarrarnos a lo que nos golpeaba.

Aquel desierto se quedó sin tormentas, porque la tormenta ya estaba presente en el auge; lo roto sin hilos de las alas.

Fue cuando vi a Ícaro con miedo a las alturas.
Lo vi a través de la lluvia de mis ojos, de los suyos.

martes, 18 de junio de 2013

-Levanta. Te llevaré a un lugar. Dijo Jack.

Él era el tipo de hombre que todos querían en parte ser, o que todos odiarían ser.
Su mente era indescifrable, tan loco como genio, ordenado en sus ideas como ilógico a veces.
Tenía la mirada hundida, lo cual cernía una sombra en el contorno de sus párpados que tomaba forma al impactar con sus ojeras hasta desvanecerse.
Sus ojos parecían gritar calma hasta quedarse afónicos, al igual que su voz, capaz de calmar a cualquiera en cualquier situación, o de apuñalarlo sin parar hasta que el oponente cayese inerte por su propio peso.

Yo por mi parte limpié Venecia de mi rostro y me puse en pie.

Caminamos durante horas conversando con el silencio hasta que por fin un sonido de mi garganta anudada salió con ayuda de la duda.

-¿A donde nos dirigimos?

-Ah, ya hemos llegado. Respondió Jack.

Me supo raro, pero entonces pude ver que estábamos frente una ciudad, tan llena de gente como vacía, tan social como falsa. Tan llena de gente vacía y antisocialmente social.

Suspiré, y tosí. No notaba nada raro, pero destrozaba mis pulmones aquel ambiente.

Jack me hizo un gesto con la mano derecha, y empecé a escuchar los acordes de un piano táciturno con notas en bajo ... y tras la música la ciudad mostró su verdadera cara.

Vi amor podrido. De un color que se podría describir como vómitos en besos.
Vi hipocresía fluyendo entre la gente, como un gas que ellos mismos inhalaban, y que espiraban de forma agónica. El color del gas, era el color del miedo.
Jack me dio una máscara, y él también se apresuró a ponerse una.
Continuamos andando y ya había visto esclavos creyendo libertad, idiotas creyendo inteligencia, decadencia creyendo progreso. Proceso evolutivo hacia la desevolución.

Jack escribió en el aire, y las palabras se plasmaban en matices rojos y negros como si atardeciese en versos.
La gente pasaba desapercibida, otros miraban, reían, murmuraban, otros se unían a él y empezaban a escribir en el aire,  cubrían su rostro con las mismas máscaras que Jack y yo teníamos.

  Así llenaron la ciudad de verdad ... y tan pronto como lo hicieron, los no interesados, defensores de la mentira que  proponía la ignorancia, borraban las letras con otros tipos de gases, así más gente se unió, y protestaron con los gritos en alza, y la vista en matices rojos y negros, la música era una verdadera obra maestra.

En ese mismo instante el piano que sonaba se paró y todo se cayó por un momento, se derrumbaron los estandartes y se detuvo el tiempo en mis pupilas reflejadas en una bala, la bala que mató a Jack.

Entonces lo entendí todo.
Levanté furia y mirada, y atardeció en Venecia.

miércoles, 12 de junio de 2013

¿Habéis sentido esa sensación alguna vez?

Un escalofrío sofocante.
La vibración que una nota provoca cuando impacta en tu piel.
Como de arañazos por tus encías al sonreir sangrando.

Alguien a quien ni resultas importante te pregunta "¿Cómo estás?" Nunca una pregunta fue tan difícil y abstracta.

Es el instante del tiempo parado justo antes de que se desplomen los cimientos del rascacielos más alto de Estados Unidos.

Es el tácito y vertiginoso cierne apresurado de la gravedad  concentrado en la superficie de una millonésima parte de un nervio.

Es un abrir y un cerrar.
Un vacío mental que combustiona nostalgia.

Es un suspiro, un expirar en muerte para retroceder en el tiempo.

jueves, 30 de mayo de 2013

Nothing.

Nada me queda, me queda la nada.
Poniéndole límites a la confianza se me pasa el tiempo, y puede que sea precisamente por eso que siga así.

Pero ni siquiera sé si quiero cambiarlo. Y aunque lo cambie seguiría igual.

Solo se escucha el apagar de las llamas, y su sollozo frente al brillo del espejo, el mismo brillo que el llanto perdió. O que ganó por no brillar.
Lejos de todo ruido están las psicofonías que se repiten como una maldición y que aunque se agranden tajos por la piel, no salen. No sanan. Las voces no son de color carmín líquido.
En su habitáculo interior se apagó todo, y la luz está lejos, tan lejos que es imposible de discernir.

"Solamente quiero que pare, odio que esto sea la copia de la copia de mi debilidad"

Siempre encontrará acierto en la última palabra.